¿Soy solo yo o es hepatitis?

En colaboración con SOS Hepatitis

Este artículo está tomado del folleto de SOS Hepatitis «Padeciendo Hepatitis # 8: ¿Está en mi cabeza o es hepatitis?»

Se ha demostrado que la hepatitis C crónica puede provocar un malestar físico y psicológico importante, que puede manifestarse de diferentes formas: fatiga, ansiedad, agresividad, depresión… Esta situación a menudo se vive solo porque a causa malentendidos. Pocas personas saben que estas manifestaciones pueden estar directamente relacionadas con tu enfermedad. Muchos se sienten desamparados y subestiman estos problemas. Sin embargo, existen soluciones para ayudarte a identificar estos síntomas, habla con tu médico y trátalos, o al menos reduce el impacto en tu vida diaria.

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Siempre me siento cansado. ¿Es normal?

El cansancio es uno de los síntomas más comunes de la hepatitis. Su intensidad no depende de la edad, ni de la actividad del virus, ni de la gravedad de las lesiones del hígado. Nuestra fatiga no está vinculada a un esfuerzo o un cambio en nuestro ritmo de vida. A menudo es cíclico y no desaparece completamente después de descansar. Es posible que nos sintamos agotados nada más despertar o que estemos muy cansados durante el día sin ningún motivo. Algunos días, la fatiga es permanente. También tenemos mucha más dificultad para recuperarnos de nuestras actividades diarias. Se está trabajando para determinar los mecanismos biológicos que explican el vínculo entre la fatiga y la presencia del virus de la hepatitis C (VHC).

¿Cansancio y falta de vitaminas?

La astenia (fatiga severa) puede estar relacionada con otra causa distinta a la hepatitis: diabetes, hipotiroidismo, deficiencias de vitaminas u oligoelementos, consumo excesivo de alcohol, dieta insuficiente o desequilibrada. El médico puede recomendarte pruebas para verificar que tu fatiga no sea la consecuencia de ninguno de estos problemas. Advertencia: no tomes suplementos o vitaminas sin consejo médico; algunos de estos productos de venta libre pueden ser tóxicos para el hígado.

Consejos y trucos

Los trastornos del sueño son comunes en la hepatitis. Las pastillas para dormir no son recomendables durante largos periodos de tiempo, no dudes en hablar con tu médico sobre otros métodos: homeopatía, relajación, shiatsu… Si sufres de dolores articulares, musculares o lumbares, tu médico puede prescribirte sesiones de fisioterapia. El dolor interrumpe el sueño, lo que puede llevar a la depresión.

El cansancio me evita vivir una vida normal

La fatiga debida al VHC tiene repercusiones en la vida física y social. A menudo obliga a las personas a restringir sus actividades y las relaciones sociales, amorosas y familiares pueden deteriorarse. A veces se vuelve difícil manejar la vida cotidiana. La hepatitis es asintomática: no es visible físicamente. Esta brecha entre su apariencia y su estado de fatiga causa incomprensión por parte de tus seres queridos: ellos te encuentran «en buena forma» mientras te sientes incapaz de realizar la más mínima acción. Si las personas que te rodean no saben lo suficiente sobre el grado de fatiga de la hepatitis C, tu actitud puede interpretarse como pereza o mala voluntad. A veces no puedes soportar que tus seres queridos no entiendan su malestar. Ayúdalos a comprender mejor tus dificultades: explica la enfermedad, ofréceles que te acompañen a tu médico de cabecera.

Poder describir su cansancio

¡Todos se quejan de estar cansados, incluso tu médico! Pero la fatiga de una hepatitis es muy específica: algunos profesionales de la salud no son lo suficientemente conscientes. Si tu médico no te escucha, intenta cambiar tu discurso y vocabulario. En lugar de decir «cansado», usa otras palabras: agotado, fatigado, exhausto… Ilustra el impacto de esta fatiga en tu vida diaria con ejemplos concretos: te falta el aire, debes detenerte en cada piso para subir las escaleras, llevar una bolsa de la compra se ha vuelto imposible, etc.

Me siento diferente. La hepatitis cambió mi comportamiento y mis relaciones

Fisiológicamente, algunos médicos piensan que el VHC actúa sobre las células del cerebro: esto podría explicar los trastornos del estado de ánimo, la pérdida de memoria y la dificultad para concentrarse. Además, una enfermedad crónica siempre causa trastornos en la persona afectada y su entorno. Estar infectado con un virus puede provocar sentimientos de vergüenza, rebelión o ira dirigidos contra uno mismo o contra otros. Algunos descubren un toque de emoción: se vuelven muy irritables o, por el contrario, lloran frente a las noticias en la televisión. La aceptación de la enfermedad es un proceso lento y complejo: una psicoterapia es un apoyo real, no dudes en consultar.

Consejos y trucos

Si bien esto puede requerir un poco de esfuerzo, trata de no apoyarte en ti mismo. Mantente en contacto con el exterior y los demás, muévete. El deporte no está contraindicado, por el contrario: para que todos puedan ver lo que puedes hacer. Puedes practicar yoga, tai chi u otras disciplinas relajantes… Encuentra la actividad que te guste y relájate: no debería ser una tarea rutinaria o una restricción adicional.

¿Qué pasa si es depresión?

La depresión es común en personas con hepatitis C, no solo durante el tratamiento. En primer lugar, el impacto experimentado por el anuncio de la enfermedad puede tener consecuencias a largo plazo. El cansancio intenso también puede llevar a una depresión real, porque a veces implica cambios radicales de la vida: una vida profesional lenta o interrumpida (pérdida de trabajo, interrupciones repetidas del trabajo, cambio de posición), una gestión doméstica difícil, relaciones afectadas (cónyuge, niños y padres) y actividades de ocio muy limitadas. Estos cambios debido a la enfermedad pueden encerrar a la persona con una sensación de inutilidad social, rechazo, miedo al futuro… Finalmente, la enfermedad a veces es un catalizador: amplifica las debilidades psicológicas que existían antes del descubrimiento de la enfermedad.

Es muy importante detectar los signos de la depresión. Tristemente, son frecuentemente descuidados por la profesión médica y por los propios pacientes. La administración a menudo llega tarde y la curación es más larga. Es difícil para la persona autoevaluarse: el entorno debe estar atento y alerta, porque un episodio depresivo puede empeorar rápidamente si no se diagnostica.

Necesito ayuda, pero no sé con quién hablar.

Primero habla con tu médico de cabecera, quien puede derivarte a un especialista, psicólogo o psiquiatra. Algunas personas no se atreven a abordar este tema porque piensan que sus trastornos psicológicos no tienen nada que ver con la hepatitis C, o que los «psiquiatras» solo tratan a los locos.

No te avergüences de buscar ayuda, incluso como precaución. Bajo tratamiento antiviral, los trastornos psicológicos pueden aparecer y empeorar rápidamente. Por lo tanto, es importante establecer un apoyo psicológico tan pronto como se descubra la enfermedad. Esto te ayudará a sobrellevar mejor, a tiempo, las posibles dificultades causadas por el tratamiento antiviral. En algunos departamentos de gastroenterología, hay consultas gratuitas con psicólogos y psiquiatras, especialmente para personas con hepatitis C y sus familiares. Pregunta a una asociación. Participar en un grupo de personas afectadas por la hepatitis también puede ayudarte.

 

Redacción: Marianne Bernède

Validación científica: Pr Pierre Opolon, Dr Pascal Melin, Dr Marie-Noëlle Hilleret